Literatura que se propaga
La mujer suelta de Gabriela Álvarez
La mujer suelta camina por una ciudad extraña con sus cuerpos, pieles, olores y nucas extrañas. Podría optar por documentar, por ver y describir, por hacerse preguntas, por ceder ante la incertidumbre y regresar pero, en cambio, elige rendirse. La mujer suelta se rinde ante un paisaje extraño. No hay mercados ni frutas ni pavos ni veranos rojos de pimentón. No hay sequía, tampoco una madre.
Enumera sus miedos: a caer/ y no entender al tiempo/sentirme feliz y desaparecer, y se echa a andar, busca con desesperación algo parecido a la libertad, es decir, a sí misma.
En estos poemas se conjura poco a poco una venganza, gozosa y vital sobre todo lo que no nos fue dado. Una venganza, o más bien, una forma de justicia. Como una planta robusta que alguien ha cambiado de tierra y, contra todo pronóstico, decide vivir. Este cuerpo envejece/ y en cada acto de soberania/algo de mi resucita. La mujer suelta crece y flamea. Se afirma en sus raíces, se acomoda y abre el cuerpo para que una luz nueva la atraviese y la transforme en aquello que, quizás, ya era y no lo sabia.
Belén Chale
La mujer suelta es la que escribe un libro de poemas que es la memoria sensorial de ese cuerpo, la memoria que trae a la madre, a la tierra, a los primeros silencios. Un libro que a la vez es la proyección, el futuro que comienza en el mismo momento en que se pronuncia la palabra que lo crea y el silencio cesa de pesar en el pecho. En su lugar, un sonido que dejará de ser eco para ser melodía propia, intransferible: música de la sangre cada poema
Claudia Masin
La mujer suelta recibió el primer premio del Concurso Clementina Rosa Quenel 2021 de Santiago del Estero.
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Páginas: 82
Formato: 20,5 x 13 cm
ISBN: 978-631-91325-0-2
La mujer suelta de Gabriela Álvarez
La mujer suelta camina por una ciudad extraña con sus cuerpos, pieles, olores y nucas extrañas. Podría optar por documentar, por ver y describir, por hacerse preguntas, por ceder ante la incertidumbre y regresar pero, en cambio, elige rendirse. La mujer suelta se rinde ante un paisaje extraño. No hay mercados ni frutas ni pavos ni veranos rojos de pimentón. No hay sequía, tampoco una madre.
Enumera sus miedos: a caer/ y no entender al tiempo/sentirme feliz y desaparecer, y se echa a andar, busca con desesperación algo parecido a la libertad, es decir, a sí misma.
En estos poemas se conjura poco a poco una venganza, gozosa y vital sobre todo lo que no nos fue dado. Una venganza, o más bien, una forma de justicia. Como una planta robusta que alguien ha cambiado de tierra y, contra todo pronóstico, decide vivir. Este cuerpo envejece/ y en cada acto de soberania/algo de mi resucita. La mujer suelta crece y flamea. Se afirma en sus raíces, se acomoda y abre el cuerpo para que una luz nueva la atraviese y la transforme en aquello que, quizás, ya era y no lo sabia.
Belén Chale
La mujer suelta es la que escribe un libro de poemas que es la memoria sensorial de ese cuerpo, la memoria que trae a la madre, a la tierra, a los primeros silencios. Un libro que a la vez es la proyección, el futuro que comienza en el mismo momento en que se pronuncia la palabra que lo crea y el silencio cesa de pesar en el pecho. En su lugar, un sonido que dejará de ser eco para ser melodía propia, intransferible: música de la sangre cada poema
Claudia Masin
La mujer suelta recibió el primer premio del Concurso Clementina Rosa Quenel 2021 de Santiago del Estero.
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Páginas: 82
Formato: 20,5 x 13 cm
ISBN: 978-631-91325-0-2